jueves, 20 de marzo de 2014

Delfines de juguete

¿Algún día dejarán los animales de ser vistos por nosotros los humanos como simples utensilios de adorno y lucro para ser vistos como lo que son: Seres vivos? Esa es una muy buena reflexión que todos, absolutamente todos, deberíamos de empezar a hacernos. Porque ciertamente los animales no son juguetes, no son peluches, no son adornos ni utensilios de lucro a los que podamos tratar como se nos de la gana, como si fuéramos nosotros, la especie humana, amos y señores de todo lo que nos rodea. El principio de respeto, pues, no debería de aplicarse solo para otros humanos a nuestra conveniencia, sino también hacia otras especies con las cuales compartimos este planeta, que a su vez es un gran ecosistema vivo.
 
Pero, ¿a qué viene todo esto? ¿Por qué decimos esto? No es porque nos estemos volviendo vegetarianos o veganos, no es porque seamos de alguna organización pro derechos animales, o porque conformemos algún frente de lucha anti abuso animal. Es porque, como humanos, somos seres vivos, y nos identificamos con el sufrimiento de otros seres vivos, sin importar su condición, procedencia, raza o especie.
 
En este país, en esta ciudad, en el distrito de Chorrillos, se está cometiendo un atropello y un abuso en contra de dos seres vivos que desde 1997 han sido tratados como meros objetos ornamentales y a los que se los ha explotado con el más ruin de las intenciones, que es lucrar a toda costa.
 
Estamos hablando de los delfines Yaku y Wayra, hoy de 26 y 22 años de edad respectivamente, que en 1997 fueron puestos en cautiverio por los empresarios del Hotel & Casino Los Delfines, los hermanos Levy Calvo, quienes los usaron como atracción en su hotel y posteriormente como fuentes directas de ingreso al usarlos para dar clases a niños. Allí, Wayra quedó preñada varias veces, pero solo logró parir a una cría, a la cual poco después aplastó debido a que la piscina en la que vivían en el hotel era demasiado chica para tres delfines. Luego, en 2010 el hotel decidió deshacerse de los delfines y los mandó a un "albergue" en el "delfinario" La Herradura de Chorrillos. Allí, Yaku y Wayra viven desde hace 4 años en dos estanques de 7 metros de diámetro y 10 de profundidad aproximadamente en lo que podríamos decir es una inmundicia de lugar, pues dicho "delfinario" no solo no tiene el espacio suficiente para los delfines sino que no tiene los elementos de protección adecuados, además de que sus condiciones de salubridad no son las adecuadas, ni para los delfines ni para ningún otro ser vivo.
 

 
Según el Estado peruano, tal como han manifestado fuentes del Viceministerio de Pesquería, esta pareja de delfines no puede ser liberada por las autoridades debido a que estos siguen siendo propiedad del Hotel & Casino Los Delfines. Pero nosotros nos preguntamos lo siguiente: Si el Estado peruano puede quitarle la custodia de los hijos a los padres cuando estos incurren en el maltrato o en el abandono, ¿porqué no puede el Estado quitarle al Hotel & Casino Los Delfines la custodia y propiedad de Yaku y Wayra por maltrato y abandono? Más aún a favor de esta posición, claro está, es que Yaku y Wayka, como delfines, no son hijos del Hotel & Casino Los Delfines, y la propiedad, como en cualquier país, puede expropiarse si hay una buena razón legal y de justicia.
 
Acá, claro está, lo más importante es que todos comprendamos que un ser vivo no es un juguete, ni mucho menos un adorno. Debemos de sacarnos de una vez por todas esa errónea y cruel idea de que los animales, sea cualquiera que sea su especie, son nuestras mascotas. Compañeros, los animales son seres vivos, como nosotros, como las plantas, las flores y los árboles, y los seres vivos no son propiedad de nadie más que de sí mismos. Y por tanto, a un ser vivo no se le puede poner precio como si se tratara de un bien comerciable e intercambiable.
 
Las leyes, en ese sentido, deben de modificarse. Y esto va más allá de la típica y limitada discusión de si debemos o no de comernos a otros animales, pues esto no se trata de eso; se trata del respeto a la vida y a la dignidad que todo ser vivo merece. Todos. Humanos, animales y plantas, flores y árboles.
 
Un delfín en estado natural puede vivir aproximadamente 80 años, pero en cautiverio solo unos 27 ó 28 años aproximadamente. ¿Es eso digno? ¿Es digno que a un animal que es tratado como un objeto se lo destine a podrirse en una pocilga solo porque "ya no es lucrable"? Y lo volvemos a preguntar: ¿Es eso digno? Reflexiónenlo.
 
 
 
Jueves 20 de marzo de 2013
GianGian Producciones

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