miércoles, 11 de septiembre de 2013

11 de setiembre de 2013: 40 años del fallecimiento de Salvador Allende Gossens y del Golpe de Estado en contra suya

No pocos, pero tampoco no muchos, saben que hoy, 11 de setiembre de 2013, se cumplen 40 años de la muerte del expresidente chileno Salvador Guillermo Allende Gossens, durante el Golpe de Estado que las Fuerzas Armadas, con Pinochet a la cabeza, y bajo el patrocinio de Estados Unidos, le perpetraron bombardeando el Palacio de la Moneda. Era, él, el primer marxista elegido democrática, libre y constitucionalmente Presidente de su país en 1970, y por tanto el primero en todo Occidente, como candidato por la alianza Unidad Popular, que la conformaban el Partido Socialista de Chile, el Partido Comunista de Chile, el Partido Radical de Chile, el Movimiento de Acción Popular y Unitario (MAPU), el Partido Socialdemocracia Chilena y la Acción Popular Independiente.


Allende había nacido en junio 26 de 1908, en la ciudad de Santiago, en una familia acomodada para luego convertirse en médico cirujano tras vivir durante varios años en la ciudad de Tacna, por ese entonces bajo jurisdicción chilena (hasta 1929, como fruto del Tratado de Lima, que la devuelve a manos peruanas).
Sin embargo, sería su relación de amistad con el zapatero anarquista Juan De Marchi, a quien conoció en su adolescencia, la que tendría en él una influencia fundamental e irremediable. De ese modo, Allende se convertiría en líder estudiantil y con el pasar de los años en un prominente político, llegando a participar tres veces en las elecciones de su país hasta ser elegido Presidente.
Fidel Castro Ruz ya era Primer Ministro de Cuba por ese entonces tras tomar el poder en 1959 tras el triunfo de la Revolución Cubana, y América Latina vivía la efervescencia de poder realizar el sueño latinoamericano de romper por fin con las cadenas del Imperialismo estadounidenses y europeo que por más de 500 años la venían subyugando y explotando. Y la llegada de Allende al poder mediante la vía democrática planteaba al latinoamericanismo y a las izquierdas latinoamericanas un nuevo campo de acción, lo cual era no solo un obstáculo para la hegemonía de Estados Unidos y Gran Bretaña en el continente, sino también un obstáculo para el expansionismo económico de las emergentes transnacionales apoyadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en el marco del surgimiento de la nueva teoría económica llamada Neoliberalismo.


Como Presidente de Chile, Allende llevó a cabo reformas cruciales en el sector minero, así como una reforma constitucional acompañada de la unificación del Parlamento en una cámara única y la estatización de las áreas claves de la economía nacional. Pero su tarea más destacada, y ardua, fue la impulsión y aceleración de la reforma agraria chilena para combatir al feudo y la patronal, sistema agrario heredado de la colonia española y dominado, como en toda América Latina, por las pequeñas y grandes oligarquías nacionales.
Esto, sumado a la nacionalización del cobre chileno, que estaba en manos de las empresas estadounidenses Anaconda Copper Company y Kennecott Copper Corporation, generó que el gobierno de Allende sufriera de un constante y sistemático ataque y presión del gobierno estadounidense de Richard Nixon, con Henry Kissinger como Secretario de Estado. El Gobierno estadounidense procedió entonces a imponerle un embargo internacional al cobre chileno a causa del endeudamiento que la Anaconda Copper Company y la Kennecott Copper Corporation habían sufrido como consecuencia del cobro por parte del Gobierno chileno de sumas millonarias por concepto de “utilidades excesivas” en las cuales habían incurrido dichas empresas durante tantas décadas de explotación de dicho mineral y la constante evasión de impuestos.
 
El sistemático embargo estadounidense sobre el cobre chileno, y el aumento de los sueldos que el gobierno de Allende incentivó, provocó una crisis económica en Chile que poco a poco se fue haciendo sentir. Por ese entonces, a finales de 1971, el líder cubano Fidel Castro Ruz visitó Chile y cientos de mujeres, patrocinadas por la derecha chilena, salieron a las calles para protestar contra el gobierno de Allende con cacerolas y palos en las manos. Se iniciarían así los famosos “cacerolazos”, con los cuales la derecha chilena se encargaría de atacar a Allende en lo que le quedaría de gobierno.
 
Mientras tanto, el ambiente político del país se polarizó cada vez más. Por un lado, algunas agrupaciones izquierdistas y ultraizquierdistas, como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile (MIR – Chile) empezaban a intensificar su accionar reaccionario ante, según ellos, la pasividad del gobierno de Allende (punto de vista que el líder cubano Fidel Castro Ruz también compartía); mientras que por el otro lado las derechas y ultraderechas chilenas, como el grupo Patria y Libertad, además de partidos como Democracia Cristiana, acrecentaban su accionar violentista y saboteador, respectivamente, contra el gobierno. Los ultraderechistas empezaron a cometer actos terroristas en contra del Gobierno volando gaseoductos e instalaciones manufactureras del Estado. Y como era de esperarse, pues es el común denominador en Latinoamérica, la prensa opositora, financiada por la CIA bajo las órdenes de Washington, atacaba sin cesar a Allende y su gobierno. Diarios y periódicos como El Mercurio, La Prensa, La Tarde, La Tercera de la Hora, La Segunda y Las Últimas Noticias fueron solamente algunos de los que se encamaron con la CIA y la derecha chilena en contra de Allende. La consigna era solo una, y era unánime: Sabotear al Gobierno democrático de Salvador Allende para impedir una escalada democrática de la izquierda latinoamericana en la política regional que pueda servir de ejemplo a las izquierdas europeas, como la italiana y francesa, y, en sí, a las izquiersas en general a nivel mundial.
Para Washington era una necesidad estratégica y hegemónica desaparecer al régimen democrático de Allende. Y al respecto Kissinger manifestó: "No veo por qué tenemos que esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su proprio pueblo. Los temas son demasiado importantes para los votantes chilenos como para que decidan por sí mismos".

 
Por entonces, Allende ya era un abierto opositor al preneoliberalismo que empezaba a gestarse a través del surgimiento de las transnacionales alrededor del mundo, llegando a hacer escuchar su reclamo en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1972.



Y así, los paros, las manifestaciones, los atentados y hasta los agravios en contra suya serían el pan de cada uno de sus días en el sillón presidencial desde entonces, todo bien tramado entre la derecha chilena y la CIA estadounidense, siempre con el apoyo incondicional de la prensa chilena. La Iglesia Católica, por su parte, hacía lo posible por sabotear al Gobierno, siempre a su ya acostumbrada manera silenciosa de actuar en asuntos políticos.
La crisis y la inestabilidad política y constitucional, acrecentada por las manifestaciones y la férrea oposición de la derecha, así como los embargos estadounidenses, llevaron al país al caos político.
Todo se iba gestando para un posible Golpe de Estado, como Allende ya lo preveía desde principios de 1973. La situación, pronto, devino en una intención, por parte de Allende, de convocar a un plebiscito para evitar un empeoramiento de la grave situación del país, habiendo Allende perdido el apoyo de casi la totalidad de los partidos que desde el principio y con el tiempo llegaron a conformar la Unidad Popular. Solo el MAPU Obrero y Campesino (escisión del MAPU), el Partido Radical de Chile y el Partido Comunista de Chile siguieron apoyando a Allende. Los demás lo abandonaron ante la negativa de apoyar el plebiscito que Allende intentaría realizar para encontrarle una solución a la inestabilidad política y social del país.
 


Sin embargo, los macabros planes de las Fuerzas Armadas chilenas ya se estaban gestando desde hacía meses, y todo con el apoyo logístico y económico de la CIA y el gobierno estadounidense.
Así, y ya con el general Augusto Pinochet Ugarte a la cabeza, quien tan solo días antes había sido nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Chile por el propio Salvador Allende, las Fuerzas Armadas, en la madrugada del 11 de setiembre de 1973, dan inicio al Golpe de Estado contra el gobierno de Allende tomando posiciones de combate en la ciudad de Valparaíso mientras que Estados Unidos y la CIA estadounidense movilizaban fragatas, buques y submarinos hacia las costas de la ciudad, como el USS Jesse L. Brown, el destructor USS Velose y el submarino USS Trumpetfish, respectivamente. Allende, escoltado por su Grupo de Amigos Personales (GAP), entra al Palacio de la Moneda a eso de las 7:20 de la mañana. Él estaba armado con el fusil AK-47 que Fidel Castro Ruz le había regalado durante su visita a Chile, y los miembros del GAP con 2 ametralladoras y 3 lanzagranadas, respectivamente.


 
Mientras tanto, Pinochet y los suyos tomaron el control de las telecomunicaciones y le dan un ultimátum a Allende para que se rinda antes de las 11:00 de la mañana, o la casa presidencial sería atacada por tierra y aire. 
Sin embargo, Allende no se rendiría. Carabineros le quitó su apoyo abandonando sus puestos de seguridad en las inslaciones de la Moneda. Los tanques del general Palacios se apostaron en los perímetros de la Moneda a las 9:55 de la mañana aproximadamente. Y a las 10:15 Allende daría sus últimas palabras en Radio Magallanes, la única emisora radial fiel a él y que no había caído en manos de las Fuerzas Armadas, aún. Minutos después, a las 10:30 de la mañana, los tanques abrieron fuego contra la Moneda, mientras que unos minutos después los aviones de la Fuerza Aérea chilena la bombardeaban con misiles.


Allende ordena escapar a los miembros del GAP, quienes lo protegían. La balacera era intensa, el Palacio de la Moneda era destrozado por las Fuerzas Armadas, y Allende, apostado en el Salón Independencia, decide pagar con su vida la lealtad del pueblo suicidándose minutos después al pegarse dos tiros consecutivos con el fusil AK-47 con el cual había entrado al palacio presidencial.


Poco después la noticia fue comunicada a las Fuerzas Armadas, y el fuego cesó. El general Palacios entró en el Salón Independencia para confirmar el fallecimiento del Presidente, de lo cual informó lo siguiente: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”.

De ese modo, el primer gobierno marxista democráticamente elegido en Occidente fue literalmente saboteado, bombardeado y finalmente destrozado por las Fuerzas Armadas chilenas. Con el apoyo de la derecha chilena. Con el apoyo de la prensa chilena. Con el apoyo militar y económico del gobierno de los Estados Unidos, y de la CIA estadounidense. Con el apoyo, y el silencio, de la Iglesia Católica. Con el apoyo de los expresidentes chilenos Gabriel González Videla, Jorge Alessandri Rodríguez y Eduardo Frei Montalva, los dos primeros, activos colaboradores de la dictadura de Pinochet que sucedió al Golpe de Estado.

De ese modo, 16 años y medio serían los que le costarían a Chile en muertos, sangre y persecución política, racial y social durante la dictadura que el Gobierno Militar impondría con Pinochet a la cabeza, y con el apoyo y el silencio de la derecha chilena, la prensa chilena, las Fuerzas Armadas chilenas, el Poder Judicial chileno, las oligarquías chilenas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los consecutivos gobiernos de Estados Unidos, la CIA estadounidense, el Reino Unido de Gran Bretaña (sobre todo durante el régimen de Margaret Tatcher) y la Iglesia Católica y el Estado de la Ciudad del Vaticano con el Papa Juan Pablo II a la cabeza, quien en 1987 repartió amenas conversaciones, sonrisas y "bendiciones" con Pinochet desde uno de los valcones del Palacio de la Moneda que el dictador había bombardeado en 1973; pero todo eso al señor pontífice ni le importó, porque ambos se hicieron grandes amigos, y cuando en 1998 el exdictador, por entonces todo un prontuariado genocida con amplia experiencia, fue arrestado en Londres, el pontífice lo defendió alegando "razones humanitarias". Así fue su régimen. Y esos fueron sus amigotes, los más grandes enemigos del socialismo y del pueblo, y por tanto enemigos jurados de Salvador Allende.

 
En total, 16 años y medio de terror como producto del experimento económico que allí el FMI, el Banco Mundial, el Reino Unido y Estados Unidos llevaron a cabo para poner a prueba al Neoliberalismo, esa filosofía económica que hoy en día nos domina a nosotros, los seres humanos, y que fue iniciada en Chile durante la dictadura de Pinochet. Armamentismo crónico y sistemático. Tráfico de armas (bombas de racimo, internacionalmente prohibidas) hacia Irak y Croacia en toneladas. Fabricación de armas químicas. Internacionalización del Neoliberalismo y del Plan Cóndor alrededor del mundo y en toda América Latina, respectivamente. Asilo para exnazis. Construcción y operación de campos de concentración para los presos políticos. Tráfico de cocaína. Corrupción millonaria en familiares cuentas bancarias cifradas en el extranjero. Más de 5 millones de pobres. Más de 3 mil asesinados y desaparecidos. Más de 28 mil víctimas de prisión política y tortura. Ultraderechismo populista. Abierto fascismo. Violación a los Derechos Humanos. Vergüenza nacional. Vergüenza regional. Vergüenza mundial.
 

 
 
Miércoles 11 de setiembre de 2013
GianGian Producciones

0 comentarios: