viernes, 16 de agosto de 2013

La cruel conspiración contra Egipto


Cuando la llamada Primavera Árabe logró derrocar al dictador Mohammad Hosni Sayyid Mubarak en Egipto, en febrero de 2011, los mayores interesados en que el nuevo gobierno en Egipto siguiera los parámetros "democráticos" de Occidente eran, y cómo no, Israel, Estados Unidos, el Reino Unido de Gran Bretaña y también la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
 
El objetivo era evitar a toda costa que tras el derrocamiento de Mubarak por parte de la población civil se implantara en Egipto un gobierno de corte islamista que le diera cierto apoyo a Irán, Siria, Jordania y El Líbano, poniendo así en peligro la situación de Israel en la región. Por ello, la Junta Militar que tomó el control del país tras el Golpe de Estado a Mubarak se tomó tanto tiempo para convocar a elecciones con el fin de que bajase el apoyo por los Hermanos Musulmanes, organización islámica y política que había empujado las revueltas en contra de Mubarak.
Sin embargo, los planes y las expectativas israelíes y anglosajonas (Estados Unidos y Gran Bretaña) se vieron frustrados cuando fuera elegido Presidente de manera democrática a través de elecciones libres fundamentadas en el voto popular el candidato Mohamed Mursi Isa al-Ayyat, candidato por el Partido Libertad y Justicia de los Hermanos Musulmanes.
 
Como Presidente democrático y constitucional, Mursi promovió la promulgación de una nueva Constitución fundamentada en la Sharia (Ley Islámica) para desechar la antigua Constitución promulgada por Mubarak. Sin embargo, la idea de convertir a Egipto en una República de corte islamista a través de la Sharia no fue del agrado ni de Israel, Estados Unidos ni tampoco de las Fuerzas Armadas egipcias, acostumbradas al desenfreno occidental al que Mubarak las volvió adictas con ayuda de los marines estadounidenses. Pero la Sharia tampoco fue del agrado de los sectores más liberales de la población egipcia, liderada en su mayoría por las fuerzas políticas tradicionales que, en su gran mayoría, son pro Mubarak. Asimismo, contra la Sharia también se manifestaron el Papa Teodoro II de la Iglesia Copta, el Jeque Ahmed Muhammad Ahmed el-Tayeb (Gran Imán de al-Azhar).
Si bien es cierto que la Sharia no es indiscutible ni un dogma como sí lo es el Corán, pues es un conjunto de parámetros discutible e interpretativo abiertamente de normas sociales y religiosas, así como un diferenciador entre el "bien" y el "mal", representa un obstáculo para las costumbres occidentalizadas de ciertos sectores de la población egipcia, sobre todo de las clases medias de El Cairo. Debido a esto, el intento de Mursi por promulgar una nueva Constitución fue tildado de "dictatorial", lo que le representaría la mayor mancha social y política dentro de los sectores más liberales y occidentalizados de la sociedad egipcia y de las Fuerzas Armadas pro Mubarak.
 
La situación de Mursi sin embargo se vería empeorada cuando tomara la decisión de entrar con su Gobierno a mediar en el conflicto desatado a finales de 2012 entre Israel y Hamas (Harakat al-Muqáwama al-Islamiya, o Movimiento de Resistencia Islámico en castellano) durante la Operación Pilar Defensivo en la Franja de Gaza, en la cual también fueron atacados por Israel objetivos militares, políticos y civiles de la Yihat Islámica Palestina (Harakat al-Jihat al-Islami fi Filastin), del Frente Popular para la Liberación de Palestina (Al-Yabha As-Sa'biyya li-Tahrir Filastin) y del Comité de Resistencia Popular (con exmiembros del Movimiento Nacional de Liberación Palestina Al-Fatah, de la facción armada Tanzim de Al-Fatah, de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, de Hamas y de la Yihad Islámica Palestina).
 
Pero lo que finalmente llevaría a Morsi a perder el ya poco apoyo que tenía de las Fuerzas Armadas egipcias fue su decisión de destituir a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, ya que estos eran, son y siempre serán pro Mubarak, y por tanto contrarios a su intención de cambiar la Constitución liberal de Egipto por una proislámica.
 
De esa manera, las fuerzas políticas tradicionales y liberales, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, de la CIA estadounidense y de la Iglesia Copta, así como ciertos sectores de las clases medias, salieron a protestar en junio de este año (2013) en contra del Gobierno de Morsi para desestabilizar su mandato. Así, las Fuerzas Armadas, a la cabeza del general Abdul Fatah Saeed Hussein Khalil al-Sisi, dieron un ultimátum de 48 horas al Gobierno de Morsi para que "pactara" con las "demandas del pueblo" o de lo contrario el Presidente sería depuesto de su cargo y el Gobierno disuelto.
Ante tal atropello, Morsi, con el apoyo de los Hermanos Musulmanes, declaró que no dimitiría a su cargo y, finalmente, el 3 de julio del presente las Fuerzas Armadas se reunieron por la mañana con las fuerzas políticas, sociales y religiosas más influyentes del país para dar una solución a la situación de inestabilidad que ellos mismos habían generado en el país para desestabilizar al gobierno de Morsi. A dicha reunión los Hermanos Musulmanes se negaron a asistir, y para el atardecer de ese día las Fuerzas Armadas habían tomado ya las calles, plazas, televisoras y radiodifusoras del país, rodeando con armamento pesado la residencia presidencial y, así, logran arrestar al Presidente Morsi, del cual su paradero actual es desconocido.
Ese mismo día, tras el arresto de Morsi, las Fuerzas Armadas formaron una Junta Militar, con al-Sisi a la cabeza, e inmediatamente formaron de facto un Gobierno provisional con el apoyo y el silencio de Estados Unidos, el Reino Unido de Gran Bretaña, la Unión Europea, la ONU e Israel. Para ello, Adli Mahmoud Mansur fue nombrado Presidente y Hazem el-Beblaui fue nombrado Primer Ministro; ambos de facto.


Desde aquel vergonzoso día hasta el día de hoy, los disturbios en Egipto, sobre todo en El Cairo y Alejandría, no han cesado, sino que han aumentado. La Junta Militar, con al-Sisi a la cabeza, ha arrasado con todo lo que se le ha cruzado por el camino, allá en las calles donde los simpatizantes de Morsi y los Hermanos Musulmanes van luchando calle por calle, casa por casa, y plaza por plaza, la restitución de la democracia en Egipto, y el derecho a la autodeterminación de los pueblos a adoptar la forma de gobierno que más prefieran en base a sus costumbres y sus preferencias sociales, culturales, religiosas y políticas, sin la intervención de ningún otro Estado u organización internacional que pretenda violar la soberanía, independencia y libertad de la voluntad popular y nacional.
Sin embargo, dicha libertad a la autodeterminación es algo que ni Estados Unidos ni el Reino Unido de Gran Bretaña, ni la ONU, conocen ni reconocen.



Hasta la fecha han muerto, según las cifras oficiales, más de 600 (seiscientas) personas, mientras que extraoficialmente se estima que hay más de 2,000 (dos mil) muertos, en su mayoría civiles asesinados por las Fuerzas Armadas y los policías durante los enfrentamientos y los continuos desalojos de las concentraciones en plazas emblemáticas del país.
 

Mientras tanto, ante la vergüenza y las denuncias públicas tanto en las redes sociales virtuales como en los medios de comunicación internacionales, Estados Unidos intenta lavarse las manos de toda culpabilidad aún cuando Washington, con Obama a la cabeza, haya prestado silenciosamente toda su maquinaria a las Fuerzas Armadas para patrocinar el Golpe de Estado y dar paso así a una nueva escalada de violencia en Egipto. ¡Una vergüenza!
 

 
 
Viernes 16 de julio de 2013
GianGian Producciones

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, ¿Qué tal? Sólo quería decirte que algunas de las imágenes no
se cargan adecuadamente. He probado en 2 navegadores diferentes y todos muestran los mismos resultados .


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GianGian Producciones dijo...

Hola "Anónimo". Muchas gracias por la acotación. Veremos cómo solucionar el problema. Saludos.