miércoles, 19 de agosto de 2009

"La hija del ladrón", de César Hildebrandt

El día de ayer, martes 18 de agosto, en el periódico nacional La Primera, el periodista César Hildebrandt escribió un artículo muy interesante y picante, como suele estilar, titulado "La hija del ladrón". A continuación lo pongo a disposición de todos para que lo puedan leer y se cuestionen sobre algunas cosas.

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El Perú tiene varias marcas mundiales en su haber.
La marca mundial del narcisismo idiota –categoría pecho y espalda, nado sincronizado, estilo mariposa-, por ejemplo. Narcisismo idiota que se expresa en la frase “Dios es peruano”, o en la creencia de que nuestra comida es insuperable, nuestros paisajes son únicos y nuestro folclore no tiene pares.
Los peruanos somos como los brasileños. Lo único que nos diferencia es que no hemos ganado cinco veces el campeonato mundial de fútbol ni hemos tenido a Ayrton Senna –para no hablar de la industria aeronáutica brasileña, del tamaño de su PBI y de las cualidades humanas y éticas de Lula-.
Lo curioso es que si un observador imparcial llegara a estas tierras y preguntara a la gente –la gente de ese gran pueblo que se supone que somos- por quién votaría en las próximas elecciones, 22 por ciento de los que contestaran dirían: “Keiko Fujimori”. Y entonces ese observador se caería de espaldas.
Porque Keiko Fujimori Higuchi es hija del delincuente convicto Alberto Fujimori Fujimori –alias Kenya Fujimori, alias Presidente de la República, alias Pacificador y alias Su Excelencia-, merecedor de tres condenas que suman 38 años de carcelería efectiva.
Este ladrón que robaba en sacos, este asesino que empleaba armas del Estado, este peruano que se hizo japonés para eludir la justicia, este japonés que fingió ser peruano para gobernar, este cónyuge que encerró a su cónyuge cuando ésta lo denunció por robar donaciones japonesas, este resumen de todas las taras yakuzo-peruvianas que uno puede imaginar, es el padre de quien se perfila como la próxima mandataria de la nación (así, todo con minúsculas).
Y no es que la señora Keiko haya huido de su ADN ni de la maldición de la herencia. Porque la señorita Keiko estudió en Boston con dinero robado por su padre, felonía que ejecutaba Vladimiro Montesinos pero que mandaba hacer el propio Alberto Fujimori.
Y eso sería una mancha muy fea en cualquier país donde la decencia fuera un requisito para entrar a política.
No es una mancha, sin embargo, en el Perú. Porque en este país, de aparente enorme ego, se tolera todo.
Se tolera, por ejemplo, que el programa político de la señora Keiko se resuma en este grito clanesco: “¡indulto para mi papá!” (con lo que el Perú no tendrá una presidencia sino una alcaide y seremos, por fin, lo que Saravá siempre soñó que fuéramos: un vasto Lurigancho).
Porque si Dios es peruano, como dicen los huachafos, entonces Satanás también pasó por la Reniec.

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Miércoles 19 de agosto de 2009.
GianGian Producciones.

3 comentarios:

Mía dijo...

hahahahahahha Gian!! Que buena publicación. No la había leido.

Satanás pasó por la Reniec pues! he muertoooo

Jimmy dijo...

Yo soy lector puntual de la venenosa columna del enano, que dicho sea de paso es toda una biblia para aprender nuevas palabras.

GianGian Producciones dijo...

JAJAJA Sí, así es...Por ejemplo, esa palabrilla "clanesco" no existe, ni en el diccionario ni en el Internet. Aunque deriva del "clan", el término específico que él ha usado no existe; pero ese es un derecho o facultad que los buenos escritores se pueden dar el lujo: inventar palabras en base a la creatividad propia y las reglas del idioma -una facultad admirable y curiosa- jajaja.