Este país, que se independizó del Reino de España el 28 de julio de 1821, celebra hoy sus 191 años de vida republicana. ¿Pero qué es lo que celebramos hoy nosotros los peruanos?
¿Celebramos a caso que tras la independencia de España dejamos de ser colonia española para volvernos colonia de la oligarquía limeña -europeísta hasta el pescuezo- para luego, en las últimas décadas, volvernos colonia de las transnacionales y de las inversiones extranjeras -estadounidenses, chilenas, brasileras y europeas-? ¿Qué es lo que celebramos?
¿A caso fue que nos independizamos del Reino de España por convicción y por una inconfundible e innegable idea de nación? ¡No, no! Nos independizamos de España porque a las oligarquías criollas del territorio nacional ya no les acomodaba seguir pagándole a España los impuestos fijados por la Corona española. Era más rentable crear un país para comerciar que seguir siendo colonia española. Y he allí la razón de nuestra independencia.
No hay pues una idea de nación en este país, que en su capital tiene a una gusanada que sigue siendo oligárquica y excluyente, racista y discriminadora, y que sigue mirando hacia el extranjero porque les es más bonito mirar los rascacielos de Estados Unidos y las coronas europeas que mirar las "provincias", como las llaman, donde está toda esa masa rural a la que ven con asco e inferioridad. Y es que el Perú es un verdadero país de clases, como una vez expresara el expresidente y asesino Alan García Pérez, para quien los peruanos amazónicos "no son ciudadanos de primera clase". Habría que preguntarle al exmandatario quiénes son ciudadanos de primera clase en el Perú. ¿Los Miró Quesada con su imperio de comunicaciones? ¿Los Graña y Montero con sus inversiones en minería, construcción y demás sectores? ¿O caso los Benavides con su imperio en minería en alianza con las transnacionales de capitales estadounidenses? ¿O todos aquellos ciudadanos de apellidos europeos que viven encajonados como moscas y garrapatas en los distritos limeños más chic y pinkies? ¿O se refiere a sus amigotes del APRA y del fujimontesinismo que andan de la mano con los empresarios nacionales y extranjeros y con los derechistas amantes de los autogolpes y de las matanzas a mansalva durante los Estados de Emergencia en la sierra y en la selva peruana? Esos mismos Estados de Emergencia que él daba como quien reparte volantes en la calle. Esos mismos que el ahora señor Presidente Ollanta Humala Tasso ordena como si fueran menús de restaurantes, y que ahora los cajamarquinos se tienen que tragar sin derecho a objeción, porque sino, son "radicales", "extremistas antimineros" o, incluso, "terroristas".
Oh, pero sí, ese es nuestro Perú. El país de las exclusiones, el de las traiciones presidenciales vendidas como benéficas y nunca como hipocresía asquerosa y cruel. Este país del autogolpe, el de las televisoras compradas por el Gobierno en complot contra la ciudadanía con el único objetivo de embrutecerla. Este, el país del terrorismo de Estado, el de las privatizaciones grotescas y el de los medios de comunicación brutos y embrutecedores. Este país de las injusticias, de la corrupción y de la desunión. Este país rico en oro, cobre, gas y madera; este, el país del que las corporaciones estadounidenses y chinas sacan el oro para convertirlo en joyas para venderlas a precios que el 99% de los peruanos no podrían pagar, el país del que las petroleras brasileras extraen combustibles que los peruanos no consumirán.
¡Ay!, este Perú en el que todos se olvidan de la corrupción pasada y actual, en el que las derechas dominan los medios de comunicación, en el que el Neoliberalismo ha sido impuesto a punta de golpes, balazos y disolución de derechos laborales. Este Perú en el que los jóvenes se han tragado la mentira de la Economía de Libre Mercado y se sienten tan cómodos con sus aparatejos tecnológicos porque esta nueva economía se los permite y porque el Sistema les da la suficiente diversión bruta y embrutecedora para que se sientan lo suficientemente "bien".
¡Ay!, este Perú que no solamente pierde guerras bélicas y territorio nacional, sino también su soberanía a la sombra del poderío cultural y económico de Estados Unidos. Este país donde la derecha detesta a los militares, pero que igual los sabe utilizar muy bien en beneficio de sus intereses particulares porque en el fondo aman y admiran el modelo económico de la República Popular China a pesar de que critican el autoritarismo y a las dictaduras. Pero que no se hagan los buenitos porque todos sabemos que se acomodan muy bien a cualquier dictadura cuando les conviene, sea dictadura golpista, autoritaria o camuflada democrática. Porque admiran y copian los modelos de Estados Unidos y Gran Bretaña, porque quisieran que el Perú, al igual que ellos, mandara a sus fuerzas armadas a donde fuere en campaña "pacifista" para proteger los intereses transnacionales y empresariales de la llamada Economía Libre. Pero, ¡uy!, qué buenos son estos derechistas peruanos, entre los que se encuentran tan distinguidos parásitos y chupasangres que por hoy no nombraremos para no manchar el "honor nacional" de esta República soberana, independiente y fraternal. ¡Uy sí, cómo no!
Y es que este país, llamado oficialmente República del Perú, y que no es más que una república bananera moderna, así como lo era la Cuba de Batista o el Panamá controlada por los estadounidenses -que tenían bajo su control irrestricto al Canal de Panamá-, o como lo es hoy en día Indonesia e India, es de esos países que experimentan crecimiento económico constante porque dan las facilidades necesarias para que vengan los extranjeros como moscas a invertir en el territorio nacional con el cuento de la integración intercultural y de la Globalización. ¡Sí, cómo no! ¡Tremenda Globalización esta!
Cómo se nota tanto que progresamos que en la sierra peruana no mueren niños de frío ni ninguna persona de hambre. Progresamos tanto que en la amazonía nuestros conciudadanos también gozan de los beneficios del crecimiento económico. Estamos progresando tanto como nación que en la misma capital no hay ya pobres, y todos gozan del crecimiento económico del que los políticos se jactan tanto y que es el mismo crecimiento económico que los medios de comunicación publicitan hinchando el pecho. Y es que hemos progresado tanto como nación que ya no hay un solo rastro de discriminación o racismo en ninguna parte del país, y mucho menos en la capital. Hemos progresado tanto que ya no hay analfabetos y todos nuestros niños pueden acceder a salud y educación de calidad, los hospitales no se caen a pedazos y los policías respetan y protegen a los ciudadanos. Hemos progresado tanto como nación que en el Perú sí existen partidos políticos -que no son circos ni pantomimas vergonzosas-, y nuestros políticos y llamados líderes son anchos en justicia, altos en credibilidad y gruesos en ética y honor. ¡Uy sí, cómo no! ¡Vaya crecimiento el de nuestro Perú!
Pero no se preocupen conciudadanos, que en este país nadie quiere que el Perú sea como Miami, ni mucho menos el prostíbulo de los inversionistas extranjeros ni de las transnacionales y grandes corporaciones ni gigantes grupos empresariales; mucho menos el burdel para el goce de los marines. No, no. Para nada. En este país usamos todos chullos, amamos los símbolos patrios y somos parte de la integración nacional de la que es parte el boom gastronómico. Y no, no. En este país no existen los hipócritas que engañan con descaro a sus electores; ni tampoco existen en este país los revolucionarios de café, de sillón ni de bar, esos que hablan del hambre o de la injusticia tomando sus cafés de 15 ó 20 nuevos soles en el Haití de Miraflores o en los locales de Starbucks, esos revolucionarios e intelectuales que desde su sillón planean la nueva revolución de la nueva era, aquellos que creen que con tan solo ir a conciertos ya están solucionando los problemas del país. Y es que ni siquiera existen en este país los que hablan en inglés o francés, o los que detestan la moneda nacional porque prefieren los dólares o los euros. No, no. En este país todos aman el idioma nacional, porque en este país el inglés no es mejor visto que el castellano, ni el castellano mejor visto que el quechua o el aymara ni ningún otro idioma originario del territorio patrio. Y es que en este país todos aman a la moneda nacional y a la cultura nacional. Porque sépanlo muy bien, además de estar en un constante crecimiento económico y de estar progresando como nunca antes, el Perú sí tiene una cultura nacional: la de la hipocresía y el olvido. Esa es nuestra cultura, y la única que nos une a todos los peruanos. Y es que somos tan hermanos.
¡Aplausos! ¡Aplausos! Porque hoy es el día del sentimiento patriótico, el sentido nacional. Esa misma idea de nación que nos hace hermanos, más y más hermanos. Cada día más. Porque hoy es el día de la Independencia -pero habría que empezar a preguntarnos quién o quiénes nos volvieron a conquistar-.
Pero vamos, sigamos. ¡Aplausos, aplausos! Y que viva el Perú, ¡carajo! Que nadie nos para, que nadie nos oprime. Hoy somos más independientes y hermanos que nunca. Hoy somos más nación que ayer, y mañana seremos más nación y hermanos que hoy, y así hasta el fin de los tiempos. ¡Uy sí, cómo no!
Sábado 28 de julio de 2012.
(Editado y corregido el día lunes 17 de setiembre de 2012).
(Editado y corregido el día lunes 17 de setiembre de 2012).
GianGian Producciones.
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