domingo, 14 de abril de 2013

Armando Villanueva del Campo murió


En este país hay dos lacras políticas visibles que se constituyen como "partidos políticos", pero que en la realidad no son más que un par de agrupaciones caudillistas y populistas totalmente aberrantes y despreciables. El Fujimorismo y el APRA.
El primero es un clan de asesinos y mafiosos compulsivos y despiadados, una sarta de descerebrados que reptan alrededor de un genocida dictatorial, del cual son amantes fervientes.
Y el segundo es una agrupación de mafiosos derechistas, mentirosos sin remedio y amantes de los hidrocarburos y de la lotización del territorio nacional en su totalidad para la inversión privada.
 
En efecto, pues, aunque el APRA quiere decir por sus siglas Alianza Popular Revolucionaria Americana, no es más que un antro de ultraderechistas neoliberales que se las dan de "izquierdistas revolucionarios", pero que con el tiempo se han ido rejuntando, acomodando y encamando con los fujimoristas para hacer de este país su rancho personal, su comidilla y su circo privado, al cual exhiben al mundo entero como la promesa financiera de América Latina, como el paraíso para inversionistas y especuladores, pero que no es más que la misma republiqueta bananera tercermundista a la que nos han acostumbrado por su maldita megalomanía de poder, sangre y fajos de billetes.
 
Y en la noche de hoy, domingo 14 de abril de 2013, se ha muerto el que era el único líder histórico vivo del APRA, esa porca y asquerosa agrupación caudillista y populista. Hablamos pues de Armando Villanueva del Campo, quien a sus 97 años de edad aún dictaba órdenes desde su silla, en la que estaba postrado, como si fuera un padrino mafioso de esos antiguos que da su bendición y su veredicto a sus discípulos y ayayeros. Y es que era Armando Villanueva un aprista de la vieja escuela, lo que significa que era un hombre que como todo un buen soldado sabía acatar las órdenes, tanto de la cúpula de su propia agrupación como las de Washington o del Fondo Monetario Internacional.
 
Hagamos memoria y recordemos pues que el APRA fue desde siempre la organización de Víctor Raúl Haya de la Torre, su líder fundador, y que en ella se hacía lo que el señor Haya de la Torre ordenaba, cual cuartel militar. Él hacía y deshacía a su antojo. Y por eso, mientras que en los mítines y en las reuniones del APRA se hablaba antaño de antiimperialismo, antioligarquismo y revolución armada, el señor Haya de la Torre entraba y salía secretamente como buen mandadero de la Embajada de los Estados Unidos acá en Lima, mintiéndole al pueblo y a todo el país. Y cuando los líderes más prominentes del APRA se enteraron, si es que ya no lo sabían desde antes, solamente inclinaron la cabeza como obedientes y bien amaestrados perros falderos; Armando Villanueva estaba entre aquellos.
 
Justamente por eso, tras la sangrienta dictadura del general Manuel A. Odría Amoretti (1948-1956), quien se encargó de perseguir, ilegalizar y asesinar a cientos de apristas, el APRA no dudó en encamarse en una muy prolífica (para ellos) convivencia con el gobierno de Manuel Prado y Ugarteche (1956-1962), un acaudalado oligarca que en sus años mozos fue un civilista (o sea, un limeñito extranjerista bastante europeizado), quien no dudó en esos años, por órdenes de Washington, en romper las relaciones diplomáticas con Cuba tras el triunfo contundente de la Revolución Cubana encabezada por Fidel Castro, quien también hablaba de antiimperialismo, de antioligarquismo y de reforma agraria y otras cosas de las que los apristas también hablaban. La única diferencia es que Fidel Castro hablaba en serio y con convicción, mientras que los apristas lo hacían de la boca para afuera.
Y del mismo modo hizo el APRA cuando durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, entre 1963 y 1968, se alió descarada y criminalmente en una superconvivencia con la Unión Nacional Odriísta, liderada por Manuel A. Odría Amoretti, el mismo quien durante su dictadura había perseguido, ilegalizado y asesinado a cientos de apristas. Pero a Haya de la Torre eso no le importó. Lo que le importaba a ese señor era liderar en el Congreso de la República la oposición contra el Presidente Belaúnde y sabotear junto a la Unión Nacional Odriísta la reforma agraria que Belaúnde estaba impulsando. No le importó al APRA los enormes beneficios de la reforma agraria de Belaúnde a pesar de que en los mítines, en las escuelas, en las universidades y en las calles habían (ellos, los apristas) enarbolado hasta el hartazgo la bandera de la famosa reforma agraria. No les importó pues. Porque igual la sabotearon. Decidieron por el contrario andar de la mano con los odriístas asesinos y terminar así por alinearse a la más ruin y vil derecha de este país, la de los oligarcas y acaudalados millonarios que desde la Colonia han hecho de este país su feudo privado e implantado así su propia versión de la esclavitud. Y supuestamente con eso iba a acabar la reforma agraria. Vaya fraude.
 
Y al igual que los muchos otros apristas, a Armando Villanueva del Campo tampoco le importó. Se hizo de la vista gorda. Se hizo como siempre el muy imbécil, y su boquita muy bien supo cerrarla cuando el señor Víctor Raúl Haya de la Torre se lo ordenó. Y es que así son los apristas, muy buenos cachacos que saben obedecer órdenes de sus líderes, sean los de su partido o los de Washington. Pero así son, unos infames de pies a cabeza.
Por eso es que Armando Villanueva no dudó en apoyar el pedido de indulto al exdictador y genocida Alberto Fujimori Fujimori, que lo derrocó como Senador de la República en abril de 1992 cuando Fujimori da su famoso Autogolpe de Estado. Y es que vamos, ya tenía Villanueva la experiencia de Odría como para apoyar de ese modo tan vergonzoso y ruin a sus "enemigos históricos". Y es que los "enemigos históricos" del APRA (es decir, el Odriísmo y el Fujimorismo) han resultando siendo los más grandes amigos del aprismo.
 
Pero hoy no recordamos a Armando Villanueva del Campo como un líder de lo que sea que haya sido líder, como probablemente lo estén haciendo los medios de comunicación televisivos y radiales, e incluso escritos; y como probablemente también lo estén haciendo la manada aprista y muchos jóvenes desmemoriados que abren la boca por abrirla porque les importa un carajo el pasado. Eso se lo dejamos a ellos, a los títeres y perros falderos del Club Nacional y de las demás derechas de este país que parece desmoronarse política, social y culturalmente.
Porque nosotros, a Armando Villanueva del Campo, lo recordamos como un pobre lacayo de los intereses imperialistas de Washington, del Fondo Monetario Internacional, del empresariado salvaje y criminal de este país, de la derecha asesina y esclavizante del Perú, como un aliado del odriísmo y del fujimorismo, como un mafioso que con orgullo apoyó y apadrinó desde la década de 1980 al infame y corrupto expresidente aprista Alan García Pérez. Y también lo recordamos como un pobre imbécil que toda su vida cayó y apoyó las mentiras de Víctor Raúl Haya de la Torre, uno de los más grandes caudillos e hipócritas que ha parido este país. Así que desde aquí te mandamos, Villanueva, este saludo de despedida: ¡Que te pudras con tu falso antiimperialismo, mentiroso!
 
 
 
Domingo 14 de abril de 2013
*Editado y corregido el día lunes 15 de abril de 2013
GianGian Producciones

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