jueves, 20 de mayo de 2010

Dada, manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo (parte III)

III

Siempre se han cometido errores, pero los errores más grandes son los poemas que uno ha escrito. La palabrería tiene una sola razón de ser: el rejuvenecimiento y el mantenimiento de las tradiciones de la Biblia. A la palabrería la alienta la administración de correos, que, ¡ay!, se perfecciona, alentada por la compañía de tabacos, las compañías de ferrocarriles, los hospitales, las empresas funerarias, las fábricas de tela. A la palabrería la alienta la cultura de las familias. A la palabrería la alientan los dineros de papá. Cada gota de saliva que se evade de la conversación se convierte en oro. Como los pueblos todavía tienen necesidad de divinidades para observar las 3 leyes esenciales: comer, hacer el amor y cagar, y con los reyes de viaje y las leyendas demasiado duras, tan solo la palabrería cuenta actualmente. La forma con que se presenta con mayor frecuencia es DADA.
Hay gente (periodistas, abogados, amateurs, filósofos) que inclusive consideran las otras formas: negocios, matrimonios, visitas, guerras, congresos diversos, sociedades anónimas, política, accidentes, bailes, crisis económicas, crisis nerviosas, como variaciones de dadá.
Como no soy imperialista, no comparto su opinión -más bien creo que dadá no es sino una divinidad de segundo orden, a la que se debe colocar simplemente al lado de las otras formas del nuevo mecanismo para religiones de interregno.
La simplicidad, ¿es simple o es dadá?
Me parezco bastante simpático.

Tristan Tzara.


Jueves 20 de mayo de 2010.
GianGian Producciones.

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